La competencia profesional es la utilización de conocimientos y habilidades para afrontar situaciones en el desempeño de la práctica profesional. La competencia clínica es un conjunto de atributos que permiten tener habilidades clínicas, conocimientos y comprensión de las patologías, capacidad de interaccionar con los pacientes, capacidad de tener juicio clínico y disponer de habilidades técnicas para esos pacientes. Por lo tanto, la competencia comprende diversas áreas, incluyendo la base de conocimientos, la habilidad para aplicar el conocimiento, la habilidad para obtener nuevo conocimiento, las habilidades para adquirir información (por el interrogatorio, el examen físico, las pruebas de laboratorio), la habilidad para sintetizar la información clínica (formular y probar hipótesis y resolver problemas), la habilidad para desarrollar e implementar planes de manejo (diagnóstico, tratamiento, educación del paciente, interconsulta, seguimiento) y las características personales (los hábitos y conductas profesionales, la responsabilidad y las actitudes), pero no solo habilidades, sino también capacidad de comprender los problemas de los pacientes. Es importante separar lo que es la competencia que es lo que un médico es capaz de hacer y podría hacer,  del ejercicio que es lo que un médico hace en su práctica diaria, que puede estar limitado por aspectos coyunturales del lugar de trabajo o del sistema asistencial.